He estado pensando mucho en cuál es la verdadera y más profunda causa del sufrimiento del ser humano, que es tanto, que no se detiene, que viene una y otra vez a remover nuestras vidas. Vamos todos desesperados por lograr la felicidad, pero siempre pasan cosas, y nos encontramos en un estado global de abundante sufrimiento. Y creo que es debido a dos cosas fundamentales: La primera es que No conocemos nuestra verdadera naturaleza humana. Y la segunda es que No conocemos las leyes naturales que rigen nuestra condición humana sobre este planeta.
O sea, puede que las conozcamos, así como en teoría, como quien memoriza para una prueba de historia los hitos más importantes de la guerra fría, pero de ahí a integrarlas, habitarlas, expandirlas, dominarlas, no. Ahí estamos muy lejos de cómo son realmente las leyes y nos alejamos entonces de nuestra verdadera naturaleza. Una cosa con otra, van las dos juntas; ambas son una.
Desde hace décadas que recibo constantemente personas en sufrimiento. Y claro, como también lo viví y no deseo que nadie pase jamás por tanta oscuridad, me enfoco una y otra vez en sacar a las almas del dolor, y sé que gracias a Dios, han tenido exitosos resultados.
Pero el asunto no para. El sufrimiento no se detiene, porque está arraigado en nuestro inconsciente colectivo. Estamos desconectados de nuestra verdadera naturaleza y de las leyes que gobiernan todo este Universo.
Juramos que ante nuestros actos No hay consecuencias, y esto no es así.
El Karma no te llega de la misma manera en la que hiciste el daño. Te llega por otro lado, de otra manera, por otra ruta, muchas veces insospechadas que ni siquiera la mente humana puede relacionar a una embarrada anterior que alguien se haya mandado alguna vez, faltando a La Ley que todo lo rige.
Y claro, a la gente le carga pensar que hay leyes por cumplir, a todos nos gusta vivir en Libertad. Nos rebelamos ante los intentos de control y creemos que es mejor mandarnos solos, hacer las cosas como “yo quiero”, “cuando yo quiero”, y de la forma “que yo quiera”. Pero como dicen los filófosos: Nada escapa a la Ley.
Y la ley es una sola y corre para todos.
Lo curioso es que … Mientras más te apegas a esa ley, y te encuadras en tu verdadera naturaleza, pasa que cada vez te sientes más libre, y cada vez logras mayor felicidad. Es una conquista.
Esforzarnos por alcanzar ese estado de entendimiento y rigor de esa ley del amor, es la llave maestra a nuestra verdadera libertad, la puerta de salida a todo sufrimiento.